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19 de Julio de 2006

Castigando a mediocridad

Un éxito rotundo: La unión de Malpaís y la Orquesta Filarmónica.

Alberto Zúñiga
betofono65@gmail.com

No pude evitar pensar en ello. Escuchando este concierto de pronto sentí cólera, indignación y hastío por la miopía e indiferencia de una buena cantidad de posibles patrocinadores respecto a la producción artística nacional.

Tampoco pude evitar pensar en descomunales presupuestos que se derrocharon en la frustrante épica futbolística nacional en el pasado Campeonato mundial de futbol.

Una octava parte de esos dineros, aplicados a nuestros artistas, podrían traer más beneficios a la imagen de los productos patrocinadores de los que ni ellos mismos, los responsables de decidir la inversión, se han imaginado.

Hay que castigar la mediocridad. Hay que castigar al futbol nacional y premiar a quienes nos brindan más glorias y éxitos en el resto del mundo.

Solos, sobre el escenario, por amor a la música y por amor a la gente que no es mediocre, y que somos muchos aunque no figuremos en los rating de audiencia, solos y solamente por esas razones, los de Malpaís y la Orquesta Filarmónica trastornaron la capital durante tres noches consecutivas.

Es algo de alto impacto, no se puede obviar. Nacionales y extranjeros fuimos apabullados por la contundencia de estas toneladas de música nacional. Y sobre el escenario, seres humanos felices, admirados de su propia creación, aferrados a la dignidad de un credo cuyo eslogan nunca será "sí se puede," porque hace rato ya pudieron: sobresalir de la mediocridad.

Y me refiero a ambos, a Malpaís y a la Orquesta Filarmónica, por citar únicamente dos ejemplos.

El talento de Fidel Gamboa, en tantas ocasiones alabado, trascendió sus propias expectativas y él fue el primer espectador de su obra. Sus arreglos orquestales a las piezas del grupo Malpaís causan tal aglomeración de nuevos sentimientos que conducen a un inevitable y necesario replanteamiento de su trabajo como autor.

No dudo al pensar en que el primer estudioso de la obra de Gamboa sea él mismo. Conoce las fronteras de su concepción y sabe dónde ampliar, dónde minimizar, dónde ser exuberante y dónde ser reservado. Este concierto fue una gran lección de construcción musical y una crítica general se queda corta al pequeño gran universo sonoro de cada canción.

No en vano, Fidel y su hermano Jaime fueron recientemente premiados, como compositores y autores musicales del año, en los premios de ACAM. La irrupción de Malpaís en nuestro medio ha sido una clara evidencia de la madurez cultural de este pueblo, aunque cueste creerlo.

¿Por qué, pregunto, no se facilitan los estadios de futbol, una vez cada tres meses, a presentaciones de este tipo? Conciertos gratis o a precios muy livianos para la gran mayoría de la población y con patrocinadores, que no queriendo salir del ambiente futbolero, puedan mantener sus logos en esos estadios donde, por el momento, solo se produce mediocridad. Con la música, y específicamente con conciertos de este tipo, la ganancia es redonda. Absolutamente.

Fuente: http://www.nacion.com/viva/2006/julio/19/espectaculos8.html.

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